Por el Dr. Claudio Oscar Giannone
Actualmente notamos con mayor asiduidad, quienes recorremos ardua e incansablemente los pasillos de Tribunales, como algunos profesionales situados del “otro lado del mostrador”, se empecinan tozudamente en re-elaborar a su propio gusto y piachere uno de los principios procesales más importantes del derecho: El principio de economía procesal.
Estos “seudo-manufactureros” del derecho cristalizan sus delirios mediante requerimientos que de lo insólito de su planteamiento, llegan incluso a exasperar al espíritu abogaril más templado: Despachos ridículos sin fundamento procesal alguno, creación de nuevos instructivos para la confección de oficios de informes, regulaciones profesionales por debajo del límite establecido por la ley de aranceles, preveer dos veces y en forma distinta una misma e idéntica petición de parte, horas de espera para ser atendido por los oficiales que llevan los expedientes ( Los famosos números), “medias horas” de tolerancia en audiencias que se transforman en horas enteras, cambios de criterios de los Tribunales un día para otro y la lista podría seguir hasta el infinito.

